dissabte, 16 de gener del 2010

El problema que a les 5 ja sigui fosc és que donen unes ganes tremendes d'hivernar. Si et despistes i fas el ronso pel matí, quan acabes de dinar el sol ja s'està ponent. I aleshores el teu dia s'ha convertit en un parèntesi a la teva hivernació. I pots entrar en un bucle cortazariano (jeje) en què els somnis guanyen la partida a la realitat, i ja no saps de quina part de la crêpe t'ho estàs mirant. Quin gran mestre de les crêpes, Cortázar. Com més rodona, més fàcil de donar-li la volta amb un cop de canell. Llegint un altre cop "El Perseguidor", em feia pensar que no hi ha noció de temps, en els nostres pensaments. Potser n'hi ha més d'espai? El que està clar és que la clau és la intensitat. Perquè la intensitat sí que no hi entén de temps, el deixa totalment fora de joc.
Cortázar diu que li passava això al metro de París. Les distàncies entre les parades, d'un cantó de la crêpe, eren fixes, curtes, ben mesurades. De l'altre cantó eren elàstiques com un xiclet. De Saint-Michel a Saint-Germain-des-Prés podien passar moltes coses, el temps es podia fer infinit. I potser el temps infinit no és realment temps.

Si te contara todo lo que les vi hacer a los chicos, y cómo Hamp tocaba "Save it, pretty mamma" y yo escuchaba cada nota, entiendes, cada nota, y Hamp no es de los que se cansan, y si te contara que también le oí a mi vieja una oración larguísima, donde hablaba de repollos, me parece, pedía perdón por mi viejo y por mí y decía algo de unos repollos... Bueno, si te contara en detalle todo eso, pasarían más de dos minutos, ¿eh, Bruno?
-Si realmente escuchaste y viste todo eso, pasaría un buen cuarto de hora -le he dicho, riéndome.
-Pasaría un buen cuarto de hora, eh, Bruno. Entonces me vas a decir cómo puede ser que de repente siento que el métro se para y yo me salgo de mi vieja y Lan y todo aquello, y veo que estamos en Saint-Germain-des-Prés, que queda justo a un minuto y medio de Odéon.
Nunca me preocupo demasiado por las cosas que dice Johnny pero ahora, con su manera de mirarme, he sentido frío.
-Apenas un minuto y medio por tu tiempo, por el tiempo de ésa -ha dicho rencorosamente Johnny-. Y también por el del métro y el de mi reloj, malditos sean. Entonces, ¿cómo puede ser que yo haya estado pensando un cuarto de hora, eh, Bruno? ¿Cómo se puede pensar un cuarto de hora en un minuto y medio? Te juro que ese día no había fumado ni un pedacito ni una hojita -agrega como un chico que se excusa-. Y después me ha vuelto a suceder, ahora me empieza a suceder en todas partes. Pero -agrega astutamente- sólo en el métro me puedo dar cuenta porque viajar en el métro es como estar metido en un reloj. Las estaciones son los minutos, comprendes, es ese tiempo de ustedes, de ahora; pero yo sé que hay otro, y he estado pensando, pensando...


(El Perseguidor, Julio Cortázar, http://www4.loscuentos.net/cuentos/other/1/13/5283/)

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